Si hay algo que recuerdo de mis inicios en el área tributaria, es que realmente no sabía nada. Al terminar mi primera carrera, tenía el título en la mano y una gran pregunta en mente: ¿Qué hago ahora?

Mi padre me sugirió estudiar Derecho, pero yo sentía la urgencia de empezar a producir. En noviembre de 1995, un aviso en el periódico llamó mi atención: una convocatoria para Administradores, Contadores Públicos, Economistas, Licenciados en Ciencias Fiscales y Abogados recién egresados. En un mercado laboral donde la experiencia parecía ser la clave de acceso, esta oportunidad se convirtió en mi puerta de entrada al mundo tributario.

Tras un proceso de selección desafiante, fui admitida en el SENIAT (Servicio Nacional Integrado de Administración Tributaria). Aunque no trabajé en la emblemática sede de Plaza Venezuela, me asignaron a la División de Fiscalización de Contribuyentes Especiales de la Región Capital, ubicada en los Edificios del Centro Simón Bolívar en El Silencio.

El Comienzo de Mi Formación en Impuestos.

Llegué a mi primer día con emoción y expectativas, sin saber exactamente qué debía hacer. Los primeros días se enfocaron en leer documentos que luego entendí que eran Actas de Reparo. Luego, me asignaron a funcionarios con quienes visité contribuyentes y participé en procedimientos de fiscalización.

Tuve la fortuna de contar con compañeros excepcionales que me enseñaron a armar expedientes y redactar actas. También tenía un Jefe de División que incentivaba la lectura y la investigación, quien nos exigía resolver nuestras dudas con fundamento normativo antes de consultarle.

Recuerdo una fiscalización donde encontré algo llamado Contrato de Cuentas en Participación, algo completamente desconocido para mí. Consulté con mi Supervisora y juntas fuimos a preguntarle a nuestro Jefe. Él nos dijo que nos explicaría, pero solo después de investigar en el Código de Comercio y en libros de mercantil.

Era 1996. No había Internet en las oficinas, ni tenía computadora asignada, así que la investigación se hacía en bibliotecas o con libros en casa. Así nació mi pasión por investigar y aprender sobre temas tributarios.

El Aprendizaje Continúa.

Hoy, aún disfruto investigar sobre nuevos conceptos tributarios y, gracias al acceso a Internet, el proceso se ha simplificado. Sin embargo, sigo valorando los libros físicos, disfruto explorar librerías en busca de novedades y refuerzo mis conocimientos con fuentes confiables.

Reflexión: La Evolución Tributaria.

Los impuestos no son estáticos. Nada está dicho ni escrito de manera definitiva, y los cambios en la forma de trabajar y hacer negocios impactan directamente los sistemas tributarios.

Por ello, debemos seguir en constante investigación, analizar los cambios que vendrán y aportar soluciones innovadoras para mejorar y adaptar la tributación a las nuevas realidades.

¿Estás listo para evolucionar junto con el sistema tributario?

Por Ysabel Figueira
Directora de Proyectos

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